jueves, 9 de octubre de 2008

domingo, 5 de octubre de 2008

De series

The Sopranos, Carnivale, Six Feet Under, Madmen, The office, Lost, The Wire... Todas ellas grandes series y alabadas (alguno casi agradece que proyectos tan buenos puedan llegar a plantearse, escribirse y desarrollarse). No debemos caer en el error de rendir devoción a tal o cual producto. Inestimable la labor de muchos de los grandes escritores americanos (y no tanto) de nuestro tiempo, vemos que la literatura se abre camino a través de las pantallas de televisión. El teatro, antaño espectáculo por referencia, sustituido posteriormente por el Cabaret y los Musicales - curioso que uno de ellos tome prestado su nombre - resurge entre los diálogos de un James Gandolfini actor que representa a la perfección su papel de Tony Soprano.
Detrás de las series encontramos grandes empresas, inversores, grupos de interés, políticos, asesores, consultores, agencias de diseño y publicidad, estudios de mercado, entusiastas, artistas, generadores de opinión, peces gordos, drogodependientes, grandes estrellas, egos desmesurados, complejos de inferioridad, nurosis varias, algún que otro psicópata, pasiones, historias inacabadas y muerte. Sí, lo de las series es también una compleja industria.
La expresión cultural determinada por el espectador o, dicho de otro modo, dictadura del consumidor. Power to the peolpe." A mi no me gusta esta serie, por tanto, no pienso verla. Prefiero esa de los vaqueros; la del Oeste" Muy bien señora, su hijo prefiere ver la de la oficina cachonda. "Pues yo prefiero la de isla; nunca sabes lo que va a pasar" En efecto caballero, esa es la idea. Caótico, as always. Me vienen a la cabeza varios títulos best-seller: La catedral del Mal, Barcelona, qué hermosa eres y El infante que chamuscó su pijama de Mickey en el horno al intentar secarlo. "Me ha encantado, lo que pasa es que es muy corto. ¿Habrá material para hacer una película?" "Yo voy a verla" "Yo también" "Yo no, prefiero una filipina en el Renoir" Señores, no se preocupen, que hay para todos los gustos.
700.000 (aproximadamente) millones de dólares para salvar a los pobres a través de los ricos. "Dios, y para eso me tiro toda la vida trabajando, para que unos sinvergüenzas que se apuestan el dinero y que encima, viven mejor que nadie (vulgarmente, como reyes) sigan viviendo "a todo tren"? Sí, señor, y además los indemnizan. Bufetes, contratos, asesores, acuerdos prematrimonuiales, dineros y "ja, ja, eres pobre". "¿Selvesa?" No gracias, tengo que irme a casa. Mañana tal vez...