jueves, 1 de enero de 2009

Nunca aprendes

Quizá no fuera la hora idónea para reflexionar pero, cuando te encuentras rodeado de gente que se aferra a cualquier pretexto para evitar volarse la cabeza caes en la cuenta y descubres algo. Es en ese momento cuando respiras hondo, cierras los ojos, amoldas el cuerpo a cualquier superficie y te transformas en tu gesto de dolor. El asco no es lo más difícil de soportar; tampoco la angustia que esas caras generan; vulgares, amartilladas por la preocupación, las deudas, las esperanzas, los sueños… No es raro encontrar manos sujetando barras, o barras sosteniendo cuerpos. El metal que las conforma nos rodea y así, el círculo se cierra, aunque siempre queda un pequeño reducto donde poder cobijarse. Con los años percibes que éste forma parte, a su vez, del entorno. Entonces, quieres gritar pero estás cansado y lo único que puedes hacer es agachar la cabeza y comprobar cómo el desgaste en el calzado de las señoras se come el detalle de un tejido brillante de color rojo.

La siguiente estación liberará esto un poco. Podré ver cómo la roña se acomoda y conforma parte del mobiliario. El tiempo… Así mismo, el miedo, el sufrimiento, la muerte, el temor a lo desconocido, presentes allá donde vayas, pasan casi desapercibidos entre miles de imágenes. En el fondo, las grandes cuestiones no son sino representaciones y nosotros, idiotas que se encargan de interpretarlas.

¿Quién nos encomendó este cometido? ¿Por qué es tan necesario que se formulen preguntas? Ciertamente absurdo, cuantas más cuestiones debatas, más ricas y complejas se volverán. Esto puede tener sus ventajas pero son muy pocos los que consiguen acceder a ellas. La mayoría acepta, cree e intenta seguir viviendo. Mientras, los otros aprovechan su ingenuidad y premian su actitud cuando ésta se aproxima a lo que han querido denominar normalidad. Otro concepto más, sin duda, manipulable como los de libertad, democracia o dignidad. La ética… ¿cuece o enriquece? ¿Hay vida más allá de la vida? ¿Muerte más allá de la muerte?

Besugos, nécoras, algún merluzo. Zorras engalanadas, gorriones, perros, tortugas de mar; una bemba negra y una tarántula. ¿Quién ganará la batalla? Me apeo, evitando introducir el pie entre el coche y el andén. El mundo está plagado de animaluchos y algunos son peligrosos. Hay que tener cuidado con ellos.