Empleando este curíoso título voy a centrar mi atención en la joven que apraece junto al panel de palabras durante el programa "La ruleta de la fortuna", el cual, si no me equivoco, es emitido por Antena 3 aproximadamente a mediodía. Probablemente, si sumamos aquello - incluyendo anuncios - que podemos ver a lo largo del día, esta muchacha quizá pase absolutamente desapercibida. Razón de más para dedicar una cuantas líneas a su persona, así como a la labor que desempeña.
Puede parecer exagerado e incluso roza el absurdo pero, a pesar de ello y del castigo a su reputación que, en mi opinión, ella misma se inflige a diario, resulta ser mí el último rayo de decencia perceptible en toda la parrilla televisiva, centrando la opinión en la más pura subjetividad.
La chica en si es mona. No presenta aparentemente ningún defecto perceptible a simple vista y al ser enfocada de lejos, aquellos que padecemos miopía únicamente centramos nuestra atención en lo superficial. Hay días en los que, ataviada con minifilda, luce unas botas de vaquero al más puro estilo far west - no quiero imaginar el olor de éstas, ni al principio ni al final del programa tras una sesión de focales-; otros, en cambio, presenta una imagen - en inglés, look - distinta, pero no muy disonante con la del día anterior.
Su labor - la verdadera finalidad de su trabajo, por que el que cotiza como todo miembro trabajador según régimen establecido en Ley - está centrada en destapar las letras que el panel contiene gracias al contacto de su mano con éste - nadie parece haberlo intentado con otra parte del cuerpo..., o al menos yo no lo he visto -.
Paseos por aquí y por allá complementan su labor, coronando su figura como la reina del momento. Mientras, en los pulsadores, tres individuos se encuentran custodiados por un presentador que aparte de guapo y simpático - habría que verlo borracho -no parece poder ofrecernos mucho más. Lo mejor de todo el formato es, sin duda, el público que apoya con cánticos y palmadas a los concursantes para con la hercúlea tarea de hacer girar la ruleta. "A por el bote", gritan unos... "Uy", exclaman otros.... "Bien", dicen los restantes. (Nótese que no empleo signos de exclamación ya que no dispongo de la oportunidad de emplear ambos signos exclamatorios). Ninguno de ellos parece presentar rasgos de haber leído a Tolstoi; mas bien, tiene pinta de que la mayoría opta por Gogol.
Volviendo a la joven, ella sigue ahí, aguantando el tipo, de pie, con el consecuente riesgo de desarrollar varices, comportándose como toda una heroína. Si yo fuese socialista - es decir, miembro del partido - la incluiría en listas como competidora frente a la omnipresente Presidenta, con tal de aumentar la esperanza entre los frustados votantes madrileños de centro izquierda. Es más, quizá me afilie al PSOE únicamente para proponer la idea..., haciendo justicia de una vez por todas.
Puede parecer exagerado e incluso roza el absurdo pero, a pesar de ello y del castigo a su reputación que, en mi opinión, ella misma se inflige a diario, resulta ser mí el último rayo de decencia perceptible en toda la parrilla televisiva, centrando la opinión en la más pura subjetividad.
La chica en si es mona. No presenta aparentemente ningún defecto perceptible a simple vista y al ser enfocada de lejos, aquellos que padecemos miopía únicamente centramos nuestra atención en lo superficial. Hay días en los que, ataviada con minifilda, luce unas botas de vaquero al más puro estilo far west - no quiero imaginar el olor de éstas, ni al principio ni al final del programa tras una sesión de focales-; otros, en cambio, presenta una imagen - en inglés, look - distinta, pero no muy disonante con la del día anterior.
Su labor - la verdadera finalidad de su trabajo, por que el que cotiza como todo miembro trabajador según régimen establecido en Ley - está centrada en destapar las letras que el panel contiene gracias al contacto de su mano con éste - nadie parece haberlo intentado con otra parte del cuerpo..., o al menos yo no lo he visto -.
Paseos por aquí y por allá complementan su labor, coronando su figura como la reina del momento. Mientras, en los pulsadores, tres individuos se encuentran custodiados por un presentador que aparte de guapo y simpático - habría que verlo borracho -no parece poder ofrecernos mucho más. Lo mejor de todo el formato es, sin duda, el público que apoya con cánticos y palmadas a los concursantes para con la hercúlea tarea de hacer girar la ruleta. "A por el bote", gritan unos... "Uy", exclaman otros.... "Bien", dicen los restantes. (Nótese que no empleo signos de exclamación ya que no dispongo de la oportunidad de emplear ambos signos exclamatorios). Ninguno de ellos parece presentar rasgos de haber leído a Tolstoi; mas bien, tiene pinta de que la mayoría opta por Gogol.
Volviendo a la joven, ella sigue ahí, aguantando el tipo, de pie, con el consecuente riesgo de desarrollar varices, comportándose como toda una heroína. Si yo fuese socialista - es decir, miembro del partido - la incluiría en listas como competidora frente a la omnipresente Presidenta, con tal de aumentar la esperanza entre los frustados votantes madrileños de centro izquierda. Es más, quizá me afilie al PSOE únicamente para proponer la idea..., haciendo justicia de una vez por todas.