lunes, 29 de junio de 2009
jueves, 4 de junio de 2009
Diálogos (I)
Un abuelo y un nieto, frete al mar en un mirador. El abuelo, en silla de ruedas, el nieto a su lado. Una tarde espléndida.
Abuelo – Todo está clamado.
Nieto - Demasiado calmado.
Abuelo – La luz es demasiado fuerte – guiñando los ojos -.
Nieto - ¿Quieres las gafas?
Abuelo – Bah, déjalo. Tampoco hay mucho que ver. Sólo esa estúpida y pútrida inmensidad.
PAUSA
Abuelo - ¿Sabes algo de tu madre?
Nietto – No
Abuelo – Demasiada mujer para alguien como tu padre. ¿Qué está haciendo ahora?
Nieto – Leyendo
Abuelo – Leer… Es lo único que puede hacer. ¿Cuánto hace que no escribe?
Nieto – Unos dos años
Abuelo – ¿Sabes si está detrás de algo?
Nieto – Enfermedad y seducción. Ha vuelto a su querido Mann.
Abuelo – ¡Menuda idiotez! Faustos, Venusianos, Diosnisíacos… Todos olvidados. Sólo conseguirá acabar como ellos. Es cuestión de tiempo.
PAUSA
Abuelo - ¿Sigues con la muchacha esa?
Nieto – No. Ahora estoy con otra
Abuelo - ¿Más o menos?
Nieto – Menos
Abuelo – Me alegro, aunque recuerda: Populus vult decipi, ergo decipiatur.
Nieto – Descuida
Abuelo – Me alegra ver que mi arrogancia perdurará durante otra generación
Nieto – Dios se deja conquistar por el humilde y rechaza la arrogancia del orgulloso…
Abuelo – Sí, ciertamente, su figura es contradictoria. De todos modos – tocando la mano del nieto - ¿Qué no lo es?
Suena el teléfono móvil del nieto. Charla y asiente – muy bien, ya vamos”.
Nieto – Era papá. Judith acaba de llegar. Me espera en casa.
Abuelo – Perfecto. Conozcamos a Judith. Empiezo a estar harto del incesante movimiento de esa masa asesina. No es casual que les sigan fascinando los destellos de algunos juegos pirotécnicos, sobre todo si terminan conformando florecitas – trazando con el dedo su silueta en una de sus piernas.
FI(G)N