No basta con negar con la cabeza y dirigir la mirada hacia el suelo. Ninguna de las muchas muecas, de las miradas de reojo y con desprecio o mejor, las dirigidas al cielo te sacará del agujero en el que estás. Tampoco el amargor de boca, ni la presión sobre el estómago. Resoplar y esbozar una cobarde sonrisita revela que eres un mierda, un ridículo incapaz de desencadenar una reacción a tu favor.
¿Hueles el miedo? Ellos sí, son como perros.
¿Hay alguien ahí?
¿Hay alguien?
¿Alguien?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario