viernes, 19 de septiembre de 2008

Entrevista a Jan Estupdcek

E – ¿Auto-crítica sí o no?

JE – Auto-crítica, pero relativizada.

E - ¿En qué piensa cuando escribe?

JE - Sinceramente, no pienso. La sensación es de vacío, un vacío total. No pienso, únicamente cumplo un deber.

E - Venga, eso es imposible

JE -Por muy increíble que te pueda parecer, es la verdad. El resto lo consiguen las interpretaciones. Nunca he conseguido elaborar un guión. Al principio, lo confieso, me angustiaba. Partía de la idea de que la obra requería un planteamiento previo, un proceso de elaboración, una coherencia. Pasito a paso. Un día descubres que un libro no es un pastel y ahí te das cuenta de la importancia del valor supremo. Y de lo insignificante que eres, por supuesto.

E - Entonces, ¿su escritura no pretende…?

JE - Ningún escritor debería pretender nada. Resulta una tarea inútil. No es posible definir qué es o cuál es la finalidad de la literatura. Se conoce y se estudia, pero nunca es comprensible en su totalidad. ¿Parcialmente? Es posible, pero eso a su vez supone cometer otro error. Si eres capaz de asumirlo y asimilarlo como inevitable, has recorrido gran parte del camino. En caso contrario, aprende a disfrutar del fracaso. Vas a tener que acostumbrarte…

E - ¿Se considera un fracasado?

JE - Todos los somos, en parte. Quizá lo que algunos consideran fracaso otros lo vemos como un éxito. Es discutible. El fracaso no es más que otro de los temores más primitivos del ser humano. Fracasar conlleva desaparecer. Todos tenemos derecho a la vida; y sólo algunos están dispuestos a morir.

E - De los condenados no hablamos, ¿no?

JE - Ellos son los que con más firmeza se agarran a la vida. Para ellos supone un privilegio. En cambio, nosotros la consideramos algo básico. Cuanto más alejados nos situamos, más cruel se torna. Es un fallo imperdonable que agrava las consecuencias. Morir es algo inevitable. No importa cuánto investiguemos, creemos o trabajemos. La vieja siempre está ahí, aguardando pacientemente.

E - ¿Cree que el ocio ha devorado a la paciencia?

JE - Depende del tipo de ocio al que te estés refiriendo. El ocio no es algo estático, no es personal. El ocio supone, al fin y al cabo, actividad. No importa a qué dediques el tiempo. Desconectar, por utilizar un término actual, exige esfuerzo. El ocio permite que el aspecto lúdico del hombre salga a escena, que depende de la concepción que el individuo haya formulado respecto a la vida. Los ricos viven muy alejados de la realidad, pero muy inmersos en la suya propia. Los pobres, a su vez, creen estar rayándola constantemente. Cada individuo entiende el ocio según su circunstancia. Así, para alguien ocupado, el ocio se remite a ese tiempo en que la actividad cesa. Para el ocioso, no es más que una carga. Si el ocio no fuera rentable nuestro modelo de sociedad sería insostenible.

E - ¿No cree que el modelo actual es, en sí, insostenible?

JE - Al menos, no lo será durante los próximos veinte años (Risas). La paranoia, unida a un sistema capitalista, y perdón por ponerme Foucaltiano, ha nublado nuestra percepción. Transmutando un instinto básico, como es el caso de la supervivencia, en una necesidad logra hacer de ésta un mercado muy interesante y extremadamente volátil. Esto transforma el riesgo implícito en oportunidades, que muy pocos saben aprovechar o incluso encontrar. El ser paranoico y su radio de acción se reduce al ámbito de lo privado, de lo interesante, de lo que vende. Así, el ser paranoico es un ser falto de toda creatividad y las únicas expresiones de ésta que es capaz de ofrecer se encuadran dentro de un reducto limitado al designio de otros. Así, seres paranoicos que crean para que otros seres paranoicos consuman su creación. Es triste ver cómo cada día nos resulta más difícil expresarnos a través de la palabra. La realidad se compone de retazos, a veces inconexos, de otras realidades. La linealidad no tiene sentido. Tampoco interés. No tenemos tiempo para disfrutar de ella. Es una lástima.

E - Su estilo no constituye un paradigma de linealidad, precisamente…

JE - Por ello mismo he conseguido llegar a un mayor número de lectores. Mi obligación es la de transmitir, ni más ni menos. ¿Cómo transmitir? Para mí, la forma no tiene la menor importancia; es superflua. Lo relevante de un texto es el mensaje, el contenido, las ideas, no su aspecto. El valor de éstas es lo que logra que perduren. En el fondo, no soy más que otro ser paranoico que actúa como tal. La diferencia radica en que lo tengo asumido y sufro por ello. Quiero que la gente experimente ese sufrimiento.

E - ¿El dolor como cura? ¿Considera eso ético?

JE - El sufrimiento como medio, un trámite hacia la redención.¿El problema? No es rentable. La Biblia se lee poco y mal. Parece ser que "el Corán" mola más.

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